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Alejandro Frenkel Argenna en el Consejo de Defensa Suramericano de la Unasur (2015-2018)
dad argentina, lo cierto es que el gobierno de Macri dejó de impulsar su
implementación al discontinuar la celebración de reuniones ad hoc entre
personal especializado. De hecho, el Plan de Acción 2017 especica en el
apartado de “observaciones” que el resto de los países consultó a la Ar-
gentina si efectivamente iba a continuar comandado el grupo de trabajo
encargado del diseño del avión.
Ahora bien, más allá de la actuación de la Argentina, vale resaltar
que las dicultades para concretar buena parte de las iniciativas acordadas
es una responsabilidad que atañe a la mayoría de los países sudamerica-
nos. Por caso, Brasil -el principal ideólogo del Consejo- se desentendió del
organismo regional ni bien comenzó su crisis económica y política (V ,
F; R, 2017). Aunque no es el sentido de este artículo analizar
esa reticencia brasileña, desde el análisis conceptual de lo que constituye
un líder regional podría decirse que Brasilia no asumió el rol de paymaster.
Esto es, absorber buena parte de los costos que implicaba avanzar en las ac-
ciones del Consejo
19
. Indicadores de ello han sido la negativa a involucrar a
la Empresa Brasileira de Aeronáutica S.A (Embraer) en el consorcio empre-
sarial para participar en el diseño del avión de entrenamiento Unasur o la
oposición a que la Escuela Sudamericana de Defensa tuviera una sede cen-
tralizada, una burocracia propia y programas de formación autónomos.
Relegitimación del Sistema Interamericano de Defensa
La creación del CDS y la búsqueda de una mayor autonomía res-
pecto de Estados Unidos en los tiempos del kirchnerismo no solo incidie-
ron en el posicionamiento de la Argentina frente a la Unasur y su Consejo
de Defensa. También impactaron en la valoración sobre el Sistema Inte-
ramericano de Defensa (SID)
20
. En este marco, puede decirse que a medi-
da que profundizaba la participación en el CDS, el gobierno de Cristina
Kirchner comenzó a percibir al ámbito interamericano como un espacio
cada vez más incompatible con el proyecto “sudamericanista”.
En este marco, el gobierno argentino impulsó una serie de iniciati-
vas orientadas a revisar la vigencia de las instancias hemisféricas. El pri-
mer episodio donde se hizo visible esta posición fue en el debate por “mo-
dernizar” a la Junta Interamericana de Defensa, a comienzos de la década
de 2000
21
. Mientras algunos, patrocinados por Estados Unidos, plantea-
ron dotar a la JID de nuevas funciones (que incluían coordinar acciones
frente amenazas no tradicionales, como narcotráco o terrorismo); hubo
otros que propusieron iniciar un proceso de revisión y determinar si la
JID seguía teniendo vigencia en el contexto actual. En aquella ocasión,
Argentina se inclinó por la segunda propuesta
22
. A medida que Argenti-
na consolidaba su lugar en el CDS, las críticas al sistema interamericano
fueron en aumento hasta plantear la eliminación de algunas de sus ins-
tancias, como el JID y el TIAR (INFONEWS, 2012). Esta visión negativa
de la seguridad hemisférica también quedaría plasmada en la Directiva de
Política de Defensa Nacional de 2014, al señalar “el carácter anacrónico”
de los organismos militares de la OEA (R A, 2014).
Al igual que sucedió con el CDS, la llegada de Macri a la presidencia
supuso un nuevo posicionamiento en torno a la seguridad hemisférica.
19. Según explican autores como Spektor
(2010) y Merke (2014), esta resistencia
convertirse en “pagador” de bienes
públicos regionales es algo característico
de las elites políticas brasileñas.
20. Aunque en realidad no existe un
documento o tratado que establezca for-
malmente a dicho sistema como tal, se
conoce como Sistema Interamericano de
Defensa (SID) al conjunto de instrumen-
tos y órganos que operan en el ámbito
hemisférico. Sus orígenes se pueden
rastrear desde la elaboración de la Doc-
trina Monroe, en 1823, en tanto intento
primigenio de establecer algún tipo de
doctrina de seguridad colectiva. Sin
embargo, sería la creación de la Junta
Interamericana de Defensa (JID), en
1942, el primer paso en la conformación
del SID. Posteriormente, en el contexto
de Guerra Fría fueron creados nuevos
organismos: el Tratado Interamericano
de Asistencia Recíproca (TIAR), en 1947;
la Organización de Estados Americanos
(OEA), en 1948 y el Colegio Intera-
mericano de Defensa, en 1962. En la
década de 1990 se daría un intento por
reconvertir al SID, adaptándolo al nuevo
escenario global y buscando introducir
a las “nuevas amenazas” en la agenda
regional de seguridad. Así surgiría el
Comité de Seguridad Hemisférica de la
OEA (CSH); la Conferencia de Ministros
de Defensa de las Américas (CMDA);
la Convención Interamericana contra
el Terrorismo (CICTE); la Convención
Interamericana contra el Abuso de
Drogas (CICAD); la Convención contra la
Fabricación Ilícita de Armas de Fuego,
Municiones y Explosivos (CIFTA); y la
Convención Interamericana sobre Trans-
parencia en las Adquisiciones de Armas
Convencionales (CITAAC).
21. La idea de modernización se basaba
en la percepción de que la JID, un
órgano creado en plena Segunda Guerra
Mundial, estaba desacoplada con el
entorno y los desafíos actuales de la
seguridad hemisférica y regional.
22. Según afirmaba un documento
presentado por la Argentina ante la
Comisión de Seguridad Hemisférica de
la OEA en el año 2012, “el desempeño
de la JID en estos seis años transcurri-
dos desde la reforma de su Estatuto no
ha satisfecho las expectativas” y, por
lo tanto, “no se aprecia conveniente
avanzar en las actuales pretensiones de
la JID relativas a expandir sus compe-
tencias y campos de acción institucio-
nales”. A ello se agregaba que existe un
desfasaje entre la Junta Interamericana
de Defensa y la consolidación de una
tendencia a la regionalización de la
cooperación en materia de defensa
que se ve reflejada, por caso, en el
afianzamiento del Consejo de Defensa
Suramericano de la Unasur (Comisión de
Seguridad Hemisférica, 2012)