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estudos internacionais • Belo Horizonte, ISSN 2317-773X, v. 10, n. 3, (out. 2022), p. 34-52
ideal sería desecuritizar el mayor número de asuntos para evitar que las
élites estatales monopolicen y capturen las preocupaciones de seguridad
(HANSEN, 2012).
La securitización (y la desecuritización), como originalmente ela-
borada por la Escuela de Copenhague dene así que es un proceso inter-
subjetivo entre quienes securitizan y las audiencias que lo validan. Coin-
cidir en que hay una amenaza, en denir esa amenaza y en las maneras
cómo debe securitizarse es un proceso social en el que se construyen en-
tendimientos compartidos respecto a la existencia de esa amenaza, por lo
que securitizar es una combinación de lenguaje y sociedad. En este marco
teórico, amenazas no son objetivas o subjetivas —como bajo el concep-
to tradicional de seguridad—, sino que son, a priori, una construcción
ilocucionaria. Como un acto del habla, su denición se da únicamente
desde el lenguaje y responden a nes políticos puntuales que persiguen
los actores que las crean. Todavía, a posteriori, el proceso comienza como
acto de habla y se desarrolla luego como una amenaza real —dejando de
ser apenas un acto discursivo.
Se tiene, al n de la construcción social y lingüística de la Guerra
Fría, un andamiaje teórico en lo cual identicar y enmarcar amenazas
son el resultado de un acto discursivo en el que, si bien el actor que securi-
tiza es clave, el éxito de esa acción depende de la audiencia.
Aberystwyth
La innovación en los Estudios de Seguridad no se quedó todavía
restricta a Dinamarca. Booth (1991), en la Universidad de Aberystwyth,
en el país de Gales, fue uno de los primeros teóricos en explicitar por qué
la seguridad y la emancipación no pueden separarse de la otra. De acuerdo
con su argumento, la seguridad se dene como la ausencia de amenazas,
y solo se alcanza esta situación si el individuo se puede liberar de las limi-
taciones físicas y humanas que le impiden ser libre y desarrollarse como
él ha elegido. En denitiva, sin emancipación no hay seguridad posible y
esa debe ser la primera preocupación de los estudios de seguridad11 .
La securitización es la clave en el proceso de generar la noción se-
guridad para Copenhague y, por lo tanto, reviste a esta de un carácter ne-
gativo en la medida en que la necesidad de securitizar muestra el fracaso
de la política convencional al lidiar con los riesgos que se presentan a la
sociedad, y exige medidas excepcionales para enfrentar supuestas ame-
nazas. En contraposición, para los representantes de la Escuela de Gales,
el concepto de seguridad está revestido de una concepción positiva, en la
medida en que la eliminación de las amenazas, a través de la emancipa-
ción, es la que permite gozar de esa seguridad. En consecuencia, arman
que más que securitizar, lo que se debe hacer es politizar la seguridad
(ALKER, 2005; BOOTH, 2007; WYN JONES, 1999).
De esa manera es que se lleva al campo político una amenaza, y
como esta se visibiliza como real, y se exige (y se consigue) una acción
que la contenga y elimine. Además, el politizar admite cuestionar las vi-
siones exclusivamente estatistas y militaristas, y considerar otros objetos
referentes —por encima y por debajo del Estado. Esa politización ha per-
11. En este sentido, sería primordial
defender las libertades básicas que
plantea el liberalismo, pero para
hacerlo se debe comenzar desde la
libertad interior y esa solo se consigue
liberándose del control que empieza a
tener sobre los individuos la cultura de
masas (HORKHEIMER, 1937; 1942). Se
hace necesario, por lo tanto, que el ser
humano rompa las relaciones sociales,
económicas y políticas inhumanas que
se imponen en el mundo por medio de la
rápida expansión del sistema capitalista
y de los medios de comunicación de
masas que los convierten en seres
alienados; el único medio para romper
ese sometimiento es la razón crítica.
Habermas (1987a; 1987b; 1991) insiste
en que la teoría crítica debe tener como
fin principal transformar esa realidad
social, a través de la emancipación. Esta
debe ser entendida, no como la revoluci-
ón de Marx, sino como el mantenimien-
to y preservación de la autonomía del
individuo —es decir, la razón crítica le
permite al ser humano liberarse de todo
eso que lo aliena. En otras palabras,
la emancipación debería convertirse
en la primera preocupación, toda vez
que la seguridad debe concentrarse en
eliminar todas las barreras que existen
entre el individuo y sus libertades.